Acoso escolar
Acoso escolar

Acoso escolar

¿Acoso escolar?

Empecemos por el principio:

El acoso nunca es un juego de niños/as.

Definición de acoso escolar.

El acoso escolar se define como: “Estudiante que sufre agresiones o se convierte en víctima al padecer situaciones violentas en mayor o menor grado: peleas, bromas, riñas esporádicas, vandalismo escolar, etc. en las que hay una desigualdad de fuerzas y otros condicionantes adversos”.

Explicado de otra manera: si estás cruzando la calle por el paso de cebra, con semáforo en verde y te atropella un coche ¿es culpa tuya?

Sufrir acoso es algo imprevisible para la víctima, porque quien atropella es otra persona. Es hora de que se ponga la atención en la(s) persona(s) que acosa(n). Son ellas quienes infringen las normas, en este caso, de convivencia escolar.

¿Quién puede sufrir acoso?

Cualquiera. La víctima sufre acoso porque es escogida por una o varias personas.

Tras ser elegida, se busca la razón: acaba de llegar al colegio, tiene dificultades escolares (dislexia, TDA, TDAH), altas capacidades, alto rendimiento deportivo, cualidades artísticas, autismo, síndrome de Down, etc.  Si no hay ninguna de éstas, se lo reduce a un aspecto físico: ser pelirrojo, tener el pelo rizado, tener la piel de otro color, … todo sirve para quien quiere acosar.

Después, cuando el daño ya está hecho, se alude a la baja autoestima, la timidez, u otras causas. Los progenitores saben que la víctima -su peque o adolescente-, sin acoso, nunca hubiera sufrido baja autoestima, baja autoconfianza, pobre autoconcepto y otras lesiones.

Como muy bien dijo una víctima de acoso:

«Que yo haga terapia, ¿servirá para que esa gente deje de insultarme, humillarme y pegarme?»

La cuestión es: ¿No debería ser quien acosa la primera persona en hacer terapia?

Tipos de acoso.

Directo:

Motes, gestos negativos de burla o desprecio, insultos, puñetazos, patadas, amenazas, rotura o desaparición del material escolar, rechazo, abandono y exclusión.

Indirecto:

Propagación de falsos rumores, microviolencias (sarcasmo, invisibilización), presión para pertenecer al grupo, miradas amenazantes, chantajes, obligar a la víctima a hacer cosas y objetificación (se trata a la víctima como un objeto carente de valor, reduciéndolo a su apariencia física o atributos externos en lugar de reconocerla como alguien que merece aprecio, atención y respeto).

Intervienen en el acoso:

  1. Acosador (una persona o varias).
  2. Víctima.
  3. Espectadores o testigos (tanto menores como adultos a su cargo).

¿Por qué la víctima no lo cuenta en casa al principio?

Debido a lo que se conoce como «la Ley del Silencio». La víctima es rápidamente acusada de chivarse por sus iguales y de «no saber arreglárselas a solas», entre otros motivos que depende de cada contexto.

Prevención del acoso dentro de la familia.

Prevenir el acoso hablando sobre casos de acoso en otras familias, resaltando la injusticia de que un/a menor haya sufrido agresiones por parte de sus iguales.

Si vuestra/o peque o adolescente habla, escuchar sin interrumpir.

Si os cuenta algún episodio en el que se haya sentido mal, coger un papel y anotar los nombres de quienes han intervenido y lo sucedido, tal y como lo explique. Guardar esta información, muy valiosa si más tarde hace falta.

Escuchar SIN JUZGAR.

Decirle: TE CREO.

Cómo detectar si un miembro de mi familia está sufriendo acoso.

En caso de señalar tres o más puntos, se recomienda consultar a un profesional.

  • SE MUESTRA TRISTE Y SIN GANAS.
  • EVITA SALIR DE CASA AL PARQUE O A HACER ACTIVIDADES QUE ANTES LE GUSTABAN.
  • EMPIEZA A JUGAR CON VIDEOJUEGOS CON INSISTENCIA, PARA EVADIRSE.
  • COME CON ANSIEDAD, O DICE NO TENER HAMBRE.
  • LE DUELE LA CABEZA O LA TRIPA O DICE ENCONTRARSE MAL ANTES DE IR AL COLE/INSTITUTO.
  • SUS PERTENENCIAS (mochila, libros, estuche, ropa) LLEGAN EN MAL ESTADO O DESAPARECEN.
  • SU POSTURA ESTÁ ENCORVADA, EVITA MIRAR A LOS OJOS Y SE MUESTRA CON MIEDO.
  • NO QUIERE CONTESTAR CUANDO SE LE PREGUNTA.
  • TIENE REACCIONES EMOCIONALES DESPROPORCIONADAS DE IRA, DE LLANTO, DE BLOQUEO (se sienta y no hace ni dice nada).
  • SE VUELVE REPENTINAMENTE CONTESTÓN/A Y RETADOR/A SIN CAUSA QUE LO JUSTIFIQUE.
  • LE CUESTA DORMIRSE, TIENE PESADILLAS, SE DESPIERTA DURANTE LA NOCHE.
  • VUELVE CON FRECUENCIA DEL COLEGIO/INSTITUTO CON HERIDAS Y DICE QUE SE HA CAÍDO O TROPEZADO.
  • MUESTRA ESCASA AUTOESTIMA, FALTA DE CONFIANZA Y LE DISGUSTA SU ASPECTO FÍSICO.

¿Qué puedo hacer?

El acoso escolar o bullying es una cuestión estructural. Tiene lugar en ámbitos donde los menores se relacionan entre ellos y sucede cuando nadie está mirando.

Esto no quiere decir que los adultos que están en esos espacios desconozcan la situación que vive la víctima. Acaban dándose cuenta, pero es más fácil mirar hacia otro lado.

Lo complicado es intervenir. Sin embargo, cualquier intervención no basta. Algunas actuaciones empeoran la situación de la víctima. Programas anti-bullying como el programa ZERO, rechazan la mediación entre agresores/as y víctimas por la evidente desigualdad de fuerzas y el interés de quienes acosan en hacer creer que van a finalizar su hostigamiento. En muchos casos, parece que el conflicto está solucionado y no es así. El conflicto está larvado, latente, esperando reaparecer, a veces con más agresividad, unos meses más tarde.

La mediación escolar debe estar incluida en las tutorías como una actividad de formación en la que se establezcan dinámicas preventivas de convivencia y buen clima escolar.

En definitiva, prestar atención a la salud física, mental y emocional de tu peque o adolescente es la respuesta a la pregunta: ¿Qué puedo hacer?

Estar alerta para poder darte cuenta de cuando se está produciendo una situación de riesgo y en consecuencia, poder intervenir con la mayor prontitud posible.

Prevenir es mejor que curar.

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