El secreto.
El secreto.

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El secreto. Cuando la víctima calla.

Cuando alguien calla, es por alguna razón poderosa. Eso quiere decir que otra persona o personas, le «han convencido» de que lo sucedido es un «secreto» que debe ser ocultado.

 

El secreto.

 

El eterno dilema de lo dicho y no dicho.

 

De negar lo que, en realidad pasó, como si negar lo que ocurrió -o callarse-, pudiera borrar el sufrimiento emocional y mental.

 

Como si negar lo que pasó, callándose, pudiera borrar el dolor.

 

El dolor nunca se borra, se reprime y envenena.

 

O se transforma en una historia que construya, que lo convierta en un relato de auténtica supervivencia.

 

Alguien dijo que el dolor es real y el sufrimiento, opcional. Lo que significa que, aunque el dolor exista, perseverar en el sufrimiento es una opción.

 

Estar bien es una elección.

 

Afortunadamente, el ser humano tiene una capacidad de sanación inmensa y puede sublimar el dolor, convertirlo en un recuerdo y archivarlo para siempre en la memoria. Bien ordenado, para que no se caiga de su sitio una vez y otra, convirtiendo el pasado en presente doloroso.

 

Se puede convertir el dolor en un recuerdo. En una cicatriz que solo duela cuando hay tormenta. Hasta que la tormenta, de nuevo, pase.

 

Los recuerdos ¿duelen? Por supuesto que pueden doler cuando el dolor está sin procesar, sin digerir, sin superar, sin convertirse en una #historia.

 

Nunca es posible cambiar lo pasó. Lo pasado, pasado está.

 

Sí es posible tejer una historia con ese dolor que lo transforme.

 

Pasar de víctima a protagonista. A superviviente o sobreviviente, según lo que haya sucedido.

 

Estar bien es una elección propia. Que nadie ni nada te la arrebate.

 

Gobierna con justicia e integridad tu cuerpo, tu mente y tu corazón. Porque son tuyos y a ti, te corresponde.

 

Cuéntate una historia sobre ti, que te transforme en alguien mejor.