Vive tu vida.
Es muy fácil hablar sobre lo que se haría o dejaría de hacer en el caso de otra persona.
Sin entrar a debatir sobre cómo es su personalidad, es muy fácil pensar que esa otra persona cuenta con los mismos recursos, la misma posición y el mismo contexto.
Incluso aunque así fuera, su interpretación de lo sucedido y sus sentimientos y emociones con respecto a eso, serían muy distintas.
Somos todos personas muy distintas.
¿Te has fijado que se pueden dividir en dos grandes grupos?
Se distinguen entre ellas, no por las cosas que les suceden, sino por cómo las encajan.
A unas, las llamo luchadoras y a las otras, perdedoras.
La persona luchadora.
La persona luchadora se distingue de la perdedora porque nunca se rinde y siempre aprende, aunque fracase en muchos intentos.
Al igual que al día le sigue la noche, a un mal momento le sigue uno mejor. Por esta razón, es importante hacer las cosas bien, porque todo pasa: los instantes felices y los desgraciados.
Para la persona que tiene presente esta realidad, su fuerza está en su interior.
Sabe que tiene libertad de elección.
Vive y deja vivir.
La persona perdedora.
La persona perdedora, se cansa de luchar muy pronto.
Depende de factores externos.
Tiende a sentirse víctima, o injustamente tratada.
Es vengativa.
No aprende nada. Al menos, nada constructivo.
¿Cómo enfocan las dificultades o adversidades?
Hay grandes diferencias entre ambos tipos de personas.
Enfoque de la persona luchadora.
La luchadora ve la dificultad o la adversidad como un reto, un desafío que afrontar.
Se esfuerza en entender las causas para buscar las soluciones.
Decide un plan de acción y lo ejecuta, lo pone en marcha: actúa.
Si funciona, lo celebra.
Si no funciona, prueba con otro plan distinto.
Aprende algo de cada experiencia.
Vive su vida.
Vive el presente mirando al futuro.
Enfoque de la persona perdedora.
La perdedora ve la dificultad o la adversidad como una desgracia que atribuye a la mala suerte, o a su contexto, a la mala intención de otras personas (por este motivo es rencorosa y vengativa).
Malgasta su tiempo sintiéndose víctima, culpable, con derecho a todo o esperando que otra persona le rescate.
Cuando se decide a hacer algo, su plan está diseñado para defenderse o atacar.
Si funciona, piensa que es más lista que los demás.
Si falla, entra en “bucle” y se obsesiona con el recuerdo del fracaso.
Vive el presente mirando a un pasado que le provoca dolor y lo hace presente a diario, recordándolo constantemente.
Conclusión.
Las perdedoras caen y no se levantan. Si se levantan, es para continuar con el ciclo destructivo.
Las luchadoras caen y se levantan, aunque duela. Se levantan para seguir su vida. Son resilientes, aguantan los golpes que les da la vida. Se reconstruyen y siguen adelante.
La vida es un aprendizaje continuo.
Es necesario pensar y meditar con calma.
Hay que organizarse con estrategia.
¿Cómo?
- Diseñando un primer plan.
- Decidiendo un primer objetivo, por pequeño que sea.
- Poniéndolo por escrito.
- Poniendo un plazo: sabiendo cuándo se empieza y cuándo está previsto el final.
Afrontando la adversidad. Aceptando la realidad. Sin conformarse.
Nunca permitas que nadie te diga cómo tienes que vivir tu vida, pero tampoco consientas que nada lo haga: drogas, alcohol, adicción al juego, a los videojuegos, al móvil…
Sólo tienes un cuerpo y te tiene que durar toda tu vida.
Agradece lo que sí tienes, cuando lo tienes (salud, pareja, familia, amistades, trabajo, ganas de vivir, educación, curiosidad, ganas de aprender…)
Valora lo que hoy está en tu vida.
Abandona el miedo: al futuro, a perder la salud, el trabajo o el amor… ya afrontarás ese desafío cuando llegue, si llega.
La primera mano que debe salir en tu ayuda, es la tuya.
Ponte en acción.
Hoy es otro día, un día que ningún calendario volverá a marcar jamás.
Ojalá nunca llegue la adversidad, pero si lo hace: ¿Cómo la afrontarás? ¿Qué serás?
¿una persona luchadora? o ¿una perdedora?
Tuya es la decisión, la determinación y el compromiso.
Tu vida es tuya.
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